viernes, 16 de octubre de 2009

EL SUBLIMANTE RENACER DEL CAHUIDE


Por Augusto Caña Mamani “Sinshi Cahuide”


Soy estirpe de la sapiencia inkaria,
del señero y megalítico Tawaintisuyo:
Soy raza cobriza del origen milenario,
hijo apotegmario del grandioso Yachay;
mi sangre, pueblo y nación ancestral,
trasciende de la civilización Cosmo Solar,
cuya cuna esta en el ombligo del mundo;
con gente que saluda reverentes al Sol,
que ama a nuestra amacega Pachamama
y trabaja atenuante en los surcos del tiempo,
edificando grandes monumentos megalíticos.

Ahora, aquí renace el guerrero Cahuide
para forjar la vida y ganar la muerte:
Es tiempo telúrico del presente batallar
para romper las murallas de la opresión.
Mi patria tiene investidura milenaria,
allí es donde vivo y nacen mis hijos;
somos gente que planta los árboles,
que cuida las montañas de su habitad.
La lluvia bajo fustigar de los relámpagos,
cuál sumo expresión del amor y la vida,
reverdece y florece la fértil tierra.

Mientras el Sol eterno fulgura la cordillera,
regando sus rayos dorados a los andes;
estoy caminando por aquel enigmático
camino por el Qapacñan de los Inkas,
que serpentea raudo por el Valle Sagrado,
hacia el aposento acrolítico del Machupijchu.
Allí, el palpitar de mi corazón se exalta;
entonces bajo aquellos muros silenciosos,
con el brazo en alto y ritual Cahuideriano:
¡Cual oráculo Inka convoco a los espíritus
y saludo su indeleble memoria ancestral!.

OH aquí en la cúspide hito de milenios
y bajo la clarinada libertaria de lucha:
¡Mi iré al encuentro de otro marteriologio!.
Antes, con el alma abierta atizaré el fuego,
convocaré a todas las fuerzas antiguas
y el caudal señera de la nueva generación.
¡OH grandioso y milenario Tawaintisuyu!
tus hijos crecen cual frondosos árboles,
su sangre y espíritu es ternura comunal
que danzan al cosechar la papa y el maíz
de color dorada y de blanquísimo nieve.

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